Javier Pérez Royo, «Hacia el desgobierno»
- At 28 noviembre, 2012
- By Editor
- In Notas de Actualidad
Los resultados de las elecciones del pasado domingo me han hecho recordar el resultado del referéndum de la OTAN del 12 de marzo de 1986. En este último las encuestas venían anticipando un voto mayoritario negativo a la permanencia de España en la OTAN, que se acabó convirtiendo en un voto positivo a lo largo de la campaña oficial previa a la votación. ¿Quién gestiona el NO? fue el argumento central de la campaña del Gobierno, magistralmente dirigida por Felipe González. La sociedad española no fue capaz de soportar el vértigo del NO y acabó reculando.
El pasado domingo en Cataluña ha sucedido algo parecido solo que al revés. Ante unas elecciones formalmente legislativas pero materialmente plebiscitarias la sociedad catalana, que parecía que se inclinaba antes de que se iniciara la campaña electoral por respaldar muy mayoritariamente la opción independentista que ofertaba el presidente de la Generalitat, ha experimentado el vértigo del SI y ha acabado reculando de manera significativa hacia el NO.
Hasta aquí llega el paralelismo. Pero aquí se acaba. En 1986 el referéndum de la OTAN era un sobresalto, que podía tener consecuencias extraordinarias en el interior del sistema político español en el caso del triunfo del NO, pero que no tenía prácticamente ninguna en el caso del triunfo del SI. La permanencia en la OTAN era un asunto marginal para el funcionamiento del sistema político. Lo que era difícilmente manejable era la no permanencia. Una vez descartada esa posibilidad, es como si el problema no hubiera existido.
En 2012 nos hemos encontrado y nos seguimos encontrando ante un problema central para la convivencia entre Cataluña y España, que es al mismo tiempo un problema central para la convivencia en el interior de Cataluña y en el interior de España. El 12 de marzo de 1986 se resolvió el problema de la permanencia en la OTAN y al día siguiente ya nadie se acordaba de que había sido un problema.
El 25 de noviembre no se ha resuelto nada. El problema sigue siendo el mismo, aunque su forma de manifestación sea distinta tras el fracaso del plebiscito del President Artur Mas. La solución secesionista de Cataluña ha quedado descartada, pienso que por bastante tiempo, pero la solución constitucional sigue estando impugnada. Los resultados del 25 N son claros en ambas direcciones. No a la secesión, pero no también a la Constitución, tal como ha sido interpretada por el Tribunal Constitucional, como fórmula de integración de Cataluña en España.
No es fácil encontrar una salida. CiU ha ganado las elecciones, pero Artur Mas ha quedado deslegitimado para dirigir la Generalitat. Ahora mismo carece de autoridad para ser President de la Generalitat. Él mismo lo reconoció en su patética intervención en la noche electoral, cuando se dirigió a los demás partidos para decirles que él había creado el problema, pero que eran los demás los que tenían que venir a resolverlo. ¿Hay alguien en su sano juicio que, habiendo seguido la trayectoria de Artur Mas desde la diada y durante la campaña electoral con el estrambote de la noche electoral, considere que se encuentra en condiciones, anímicas y políticas, para hacer frente a un problema de la envergadura al que va a tener que hacer frente el Gobierno que se constituya con base en los resultados del 25 N? ¿Está en condiciones siquiera de negociar un pacto de investidura?
Cataluña camina hacia el desgobierno. Con la composición del Parlament hay fórmulas aritméticas pero no políticas para formar Gobierno. CiU carece de la consistencia interna exigible para poner en pie un Gobierno con cualquiera de ellas. La fórmula CIU-PP ha quedado accicharrada en estos dos últimos meses. Es la única fórmula que garantizaría que se pudieran aprobar unos Presupuestos en los que CiU pudiera creer y con los que su base electoral pudiera estar de acuerdo. Es la única fórmula a la que CiU ha recurrido en el pasado. Pues con la fórmula CiU-ER no sería posible. CiU no puede negociar un pacto presupuestario con ER y llegar a un acuerdo para implementarlo durante la legislatura sin saltar ella por los aires o sin que salte ER. Y además gestionar la consulta soberanista.
La combinación de la crisis económica y de la pérdida de fuerza integradora de la Constitución tras la Sentencia del Tribunal Constitucional sobre la reforma del Estatuto de Autonomía, ha generado un problema que se está yendo de las manos. En Cataluña está teniendo su forma de manifestación más visible, pero sus efectos no se van a ver limitados a Cataluña, sino que van a tener alcance general. El camino hacia el desgobierno de Cataluña me temo que es el prólogo del camino hacia el desgobierno de España. La fórmula de gobierno que nos dimos en la Transición está haciendo agua por todas partes. El tiempo del que disponemos para no caer por el precipicio se está agotando.
(Publicado originalmente en El Periódico el 27 de noviembre de 2012 y reproducido con permiso del autor)