Grecia en la encrucijada entre política, default y filosofía, por Osvaldo Guariglia
- At 30 junio, 2015
- By Editor
- In Notas de Actualidad
En el sábado 27/06 la intriga político-financiera que se estaba desarrollando en Bruselas desde hacía cinco meses, es decir, desde el triunfo de Syriza en las elecciones griegas, del ascenso de Alexis Tsipras como primer ministro y de Yanis Varoufakis como ministro de finanzas, ha alcanzado un clímax que precipitó la caída de todas las bolsas europeas. Ante la insistencia de la troica, Consejo Europeo, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo, en seguir exigiendo recortes en las pensiones y jubilaciones más allá de lo que ya había concedido el premier griego, de impulsar una “reestructuración” de la legislación laboral, un debilitamiento del poder sindical, y un aumento de los impuestos al consumo, eximiendo, en cambio, a las empresas, Tsipras dio por concluida las negociaciones y una vez en Atenas convocó al parlamento para llamar a un referéndum nacional. La consulta debería ser respondida por sí o por no a la aceptación o al rechazo de la última propuesta de los acreedores.
De este modo culmina una historia de exigencias desproporcionadas y no plenamente justificadas por parte de los acreedores, y de engaños y falsas promesas por parte de los gobiernos deudores griegos que ha durado cinco años. Sin entrar en el detalle de los laberintos técnicos y burocráticos, se puede resumir el nudo de la intriga en el progresivo endeudamiento de los bancos y del gobierno griegos a tasas cada vez más elevadas mediante bonos y obligaciones que los bancos europeos, especialmente alemanes y franceses, tomaban para sí y para sus clientes. Al arribar a Europa el vendaval desatado en América por la quiebra del banco Lehman Brothers, el pánico se apoderó de los acreedores que comenzaron a retacear las renovaciones y a rechazar nuevos préstamos, hasta que se produjo el inevitable colapso. Allí intervino por primera vez la troica, que impuso draconianas medidas de ajuste, las que de inmediato sumieron a la sociedad griega en una brutal recesión, como contrapartida de nuevos préstamos a fin de que el gobierno pudiese hacer frente a sus vencimientos. En realidad, esos ingentes fondos estaban destinados a devolver a los bancos europeos, alemanes y franceses en primer lugar, sus cuantiosos préstamos, cuyo impago los hubiera puesto en muchos casos al borde de la quiebra.
Tras cinco años de sometimiento a una severa austeridad, proclamada como la necesaria dieta que llevaría a la economía griega a su florecimiento, el resultado es catastrófico: el PIB de Grecia se ha contraído en un 25%, el consumo ha caído verticalmente, el desempleo ha alcanzado el 25% de la población total, pero entre los jóvenes la cuota es del 50%. En otros términos, la receta alemana, cuyo más empecinado y ciego defensor es el ministro de finanzas Wolfgang Schäuble, ha llevado solamente desesperación y hambre a la gran mayoría de la población y, por último, desencanto con la UE y rebeldía contra sus políticos por parte de los ciudadanos griegos.
Como ha predicho desde el comienzo la elite de los economistas keynesianos, comenzando por J. Stiglitz, P. Krugman, J. Sachs, J.K, Galbraith, etc., la política de austeridad prescripta por la troica estaba destinada a un total fracaso, ya que produciría una severa recesión de la economía de Grecia, aumentando de ese modo desproporcionadamente el porcentaje de la deuda en relación con su PIB de modo que ésta se haría imposible de pagar. Es posible que el resquemor y la antipatía que desde el comienzo le profesaron los ministros de economía del Eurogrupo y los funcionarios del Consejo al nuevo ministro de finanzas, V. Varoufakis, un competente profesor de economía de las universidades de Atenas y Texas, se haya debido a que él proclamó abiertamente esta insoslayable conclusión desde el primer encuentro. Esto explica el encono de los políticos europeos que se habían refugiado tras los supuestos expertos técnicos para respaldar unas políticas de otro modo injustificables. A este juego también se debió la maniobra táctica de A. Merkel al incorporar al FMI en un trámite que, en realidad, era exclusivamente intraeuropeo y no internacional en sentido estricto. Esta maniobra, por lo demás, ha sido fatal para el desenlace de las negociaciones, cuando la directora del Fondo, Christine Lagarde, alcanzó el mismo funesto record de su predecesor, Horst Köhler, como directo impulsor del default de Argentina. Seguramente el astuto libertino francés que la precedió jamás habría caído en esa trampa.
En un artículo publicado el 22/06 en el Süddeutsche Zeitung, y recogido posteriormente en Le Monde y El País, J. Habermas ha puesto la cuestión griega en una perspectiva de más largo alcance. Lo que está en juego según el filósofo alemán no es una mera cuestión financiera que debe ser tratada según las normas del derecho civil, y regulada por expertos jurídicos y contables, como lo ha estado haciendo en primer lugar el gobierno alemán, sino la política misma de construcción de una Unión Europea como una entidad común no solamente monetaria sino también fiscal y macroeconómica: “Esa disolución de la política en la conformidad con los mercados puede explicar la desvergüenza con la que los representantes del Gobierno federal alemán, todos ellos personas sin tacha moral, niegan su corresponsabilidad política en las devastadoras consecuencias sociales que han aceptado, en tanto que líderes de opinión en el Consejo Europeo, como consecuencias de la imposición de un programa neoliberal de austeridad”.
Al tratar de escabullir su responsabilidad y de endosársela a técnicos y contables, los políticos europeos – la canciller alemana y su gabinete en primer lugar – están comportándose como simples agentes de las instituciones financieras y no como estadistas que asumen el legado de construcción de la Europa que recibieron de los grandes líderes de la generación anterior.