Osvaldo Guariglia, China huye de dos graves peligros: la democracia constitucional y los derechos humanos
- At 20 agosto, 2013
- By Editor
- In Notas de Actualidad
En abril de 2004 tuve una sorpresiva invitación a participar, junto a otros catorce filósofos políticos de Estados Unidos y Europa, en un Simposio cerrado sobre democracia, organizado por la Academia de ciencias sociales de Beijing. Eran los tiempos en que se iniciaba el período presidencial de Hu Jintao, recientemente concluido, y, sobre todo, en que un funcionario con un programa de apertura y reforma del régimen de gobierno accedía al poder como primer ministro: Wen Jiabao. Los organizadores de la Beijing Conference on Democracy se proponían obtener un panorama de las distintas concepciones que atravesaban por entonces las distintas corrientes académicas del mundo occidental. Como trasfondo, según pudimos entender de las declaraciones a media voz de los participantes locales, se percibía una gran preocupación por darle cauce a algunas reivindicaciones de la población, especialmente rural, brutalmente sometida a la tiranía de pequeños funcionarios locales del partido comunista. Para quienes no son sinólogos de profesión, es sumamente difícil seguir los cambios profundos de la sociedad china a través de las escasas noticias que se filtran en los grandes medios de prensa internacional. Algunas noticias dispersas, como la licencia que hace poco tiempo se le dio a una comunidad rural para elegir a su representante ante el gobierno, por fuera del partido, sugerían que el programa de facilitar cierta deliberación a un nivel comunal muy básico, que era una de las líneas que entonces se percibían, había tenido cierto desarrollo. La noticia que hoy publica el New York Times, de la que a continuación extractamos las notas más notables, hace patente que las esperanzas de una profundización de las garantías proclamadas y reafirmadas por la Declaración y las Convenciones sobre derechos humanos de las Naciones Unidas han sido totalmente frustradas.
«Los cuadros del partido comunista llenaron las salas de reuniones de toda China para escuchar una sombría y secreta advertencia producida por los líderes superiores. El poder podría escaparse de su control, se les dijo, a menos que el partido erradicara siete corrientes subversivas que fluían a través de la sociedad China.
Estos siete peligros fueron enumerados en un memo, llamado el Documento No. 9, que cuenta con el inequívoco sello de Xi Jinping, el nuevo líder supremo de China. El primero de ellos es “la democracia constitucional occidental”; otros incluyen promover “valores universales” de derechos humanos, nociones occidentalizadas de independencia de los medios y participación cívica, el fervor “neoliberal” pro mercado, y las críticas “nihilistas” del traumático pasado del partido.
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Los oponentes del régimen de partido único, dice el Documento No. 9, “han sembrado cizaña respecto de dar a conocer los bienes de los funcionarios, usando internet para luchar contra la corrupción, el control de los medios y otros temas sensibles para provocar descontento con el partido y el gobierno”.
Las advertencias no fueron en vano. Desde que la circular fue redactada, las publicaciones y sitios web del partido han denunciado vehementemente las referencias al constitucionalismo y la sociedad civil, nociones que no eran consideradas prohibidas en años recientes. Los funcionarios intensificaron los esfuerzos para bloquear el acceso a sitios críticos en internet. Dos destacados defensores de los derechos humanos fueron detenidos en las pasadas semanas en lo que sus simpatizantes denominaron un golpe al “movimiento de defensa de derechos”, asediado desde los tiempos del antecesor de Xi, Hu Jintao.
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Las presiones que impulsaron la contra ofensiva ideológica del partido se derrama-ron sobre las calles de Guangzhou, una ciudad del sur de China, a comienzos de este año. Los miembros del staff del diario Southern Weekend protestaron después de que un funcionario de la propaganda reescribiera un editorial que celebraba el constitucionalismo –la idea de que el poder del estado y el partido debía estar sujeto a una ley suprema que previniera abusos y protegiera los derechos de la ciudadanía.
El enfrentamiento al interior del diario y la campaña para que los funcionarios dieran a conocer su riqueza alarmaron a los líderes y los ayudaron a cohesionarse para producir el Documento No. 9. De hecho, importantes funcionarios de la propaganda central se reunieron a discutir la protesta en el diario entre otras cosas y la consideraron una intriga para subvertir al partido, según un discurso en un sitio web del partido en Lianyungang, una ciudad portuaria en el este de China.
“Las fuerzas occidentales anti China lideradas por los Estados Unidos se unieron una tras otra y se complotaron con disidentes dentro del país para realizar ataques difa-matorios en nuestra contra en nombre de la así llamada libertad de prensa y democracia constitucional”, dijo Zhang Guadong, un oficial de propaganda de Lianyungang, citando las conclusiones de la reunión los funcionarios de propaganda. “Están tratando de des-truir nuestro sistema político, y esto es un ejemplo”, dijo respeto de la protesta del diario.
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“El constitucionalismo pertenece solo al capitalismo”, decía un comentario en la edición internacional del Diario del Pueblo. El constitucionalismo “es un arma para la información y la guerra psicológica usada por los magnates del capitalismo monopólico norteamericano y sus representantes chinos para subvertir el sistema socialista Chino” decía otro comentario en el diario».
Como colofón dejo solo un comentario: la tendencia cada vez en au-mento del acaparamiento del poder por parte de elites oligárquicamente organizadas a través de fuerte ligaduras de intereses y co-pertenencia, que gobierna de espaldas a las instituciones democráticas (ver Guariglia, 2012 en esta revista), especialmente bajo la presión de la crisis financiera desde el 2008 en adelante (ver el artículo de J. Habermas, El País, 20/08/2013), se refuerza y se petrifica allí donde el desarrollo capitalista y el poder dis-crecional de un único partido han ido exitosamente de la mano. La democracia, por el contrario, aparece en el horizonte más frágil que nunca.